Relación Precio-Utilidad (P/U, P/E, PER)

Cuando se trata de analizar acciones, la relación precio-utilidad o P/E (price-earnings) es como esa regla de oro que muchos inversores consultan primero. Es sencilla, es popular y, sobre todo, ofrece una mirada rápida al valor de una acción en relación con sus ganancias.

La idea detrás del valor de una acción es bastante directa: debería reflejar el valor presente de lo que esperas recibir en el futuro, es decir, esos dividendos que te hacen sonreír. Pero aquí es donde se pone picante el asunto: calcular esos futuros dividendos puede ser como intentar predecir el clima en una semana, con modelos de valorización que pueden volverse tan enredados como un sudoku extremo.

Aquí es donde la relación P/E nos da una mano. Es como un atajo que simplifica la tarea de evaluar opciones de inversión, dándote una forma de comparar manzanas con manzanas en el gran supermercado de la bolsa de valores.

Origen de la P/U

Esta relación no salió de la nada; se inspira en el modelo de Gordon, ese clásico en valoración de acciones que nos dice que el precio de mercado (P), considerando unos dividendos (D) que crecen a una tasa (g) y se descuentan a una tasa (r), se calcula como una perpetuidad con esta fórmula:

Pero si los dividendos son solo una porción (a) de las utilidades (U), reformulamos la cosa a:

Divide eso por U y voilà:

​En resumen, la relación P/E se hace amiga del riesgo y del crecimiento. Bajo la suposición de que las empresas a la larga sueltan toda la utilidad como dividendos (donde a es 1), nos queda que:

Traducción: la relación P/E es inversamente proporcional al riesgo y directamente proporcional al crecimiento.

Para no complicarnos, a menudo usamos la utilidad por acción (UPA o EPS en inglés) comparada con el precio de mercado de la acción, que es lo mismo que usar la capitalización bursátil total frente a la utilidad total, pero en versión miniatura y más manejable.

Tipos de cálculo de la P/U

En el escenario real, esta relación tiene distintos remixes:

  1. P/E Histórica: Esta es como una foto del pasado; toma el precio actual y lo compara con las ganancias más recientes. Es práctica, sí, pero a veces el pasado no nos canta mucho sobre el futuro, especialmente si las ganancias anteriores tuvieron un toque de suerte (o de mala suerte) no recurrente.
  2. P/E Prospectiva o Forward: Esta es la favorita de los que viven y respiran el mercado. Aquí, el precio actual se enfrenta a las ganancias futuras que los analistas pronostican, ya sea para el próximo año o los siguientes 12 meses. Es como tener un mapa del tesoro con una «X» que se mueve según lo que se espera en el horizonte financiero.

Limitaciones de uso

Existen diferentes limitaciones para el uso correcto de este múltiplo de valorización:

  1. La P/U es una estimación, no una ciencia exacta: Es como un atajo para llegar a una valoración, pero no va a reemplazar un análisis exhaustivo y detallado. Si buscas precisión milimétrica, este no es tu instrumento.
  2. Depende de los números de la contabilidad: Y ya sabemos que la contabilidad tiene su arte. No siempre lo que brilla en los libros refleja el flujo real de caja, y dependiendo de cuán conservadores o audaces sean los contadores, los números pueden variar.
  3. El crecimiento no es su fuerte: La P/U parte de la base de que todo crecimiento es estable y predecible, pero en el mundo real, las empresas a veces dan saltos gigantes por cosas como expansiones, y eso, la P/U no lo capta del todo.
  4. No es el mejor amigo de las startups en auge: Para las empresas que aún no han visto un centavo de ganancias, calcular la P/U puede ser como tratar de medir el mar con un metro: simplemente no encaja.
  5. Comparar empresas puede ser como comparar manzanas y naranjas: Diferentes industrias tienen diferentes riesgos y expectativas de crecimiento, lo que afecta la tasa de descuento y, por ende, el P/U. Así que ojo, lo que funciona para una empresa de tecnología puede no aplicarse a una manufacturera.
  6. Las empresas cíclicas y la P/U no se llevan bien: Si una empresa es como una montaña rusa con sus ganancias, la relación P/U puede dar una imagen tan borrosa como la de un espejo empañado.